En las habitaciones, detrás de cada puerta,
Solo se encuentra al vacío ocupado por el tiempo.
En los pasillos, en cada paso, se siente el polvo de siglos.
En las paredes, en cada ladrillo, la memoria olvidada.
En esos jardines de rosedales secos,
Árboles desalmados, solo cuervos cubren sus ramas
Las fuentes y estatuas rodeadas de galerías donde
Vaga sonriente y fría la muerte.
Y en el centro del jardín un aljibe y en lo profundo el agua.
Su perfume que escapa de las profundidades, de las sombras
Para purificar el aire de tanto olor a muerte.
Así la vida vive entre la muerte, oculta, enterrada.
Y al escapar su esencia despierta a la casa del olvido,
Le devuelve el alma a los árboles, espanta a los cuervos.
Y todo aquello revive, se llena de luz.
La usurpadora muerte escapa, se esconderá en otras casas,
Y volverá a sonreír cuando todo se apague
Porque así es su naturaleza.
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